¿Quién no ha sufrido estrés alguna vez en su vida?

Es una reacción totalmente normal de nuestro cuerpo ante situaciones nuevas, agobiantes o exigentes. Y no solo es normal, sino que es bueno. Nos alerta, nos prepara y prestamos más atención ante circunstancias nuevas o de emergencia. Es una reacción que nos ayuda a adaptarnos a una nueva situación. Si nuestro cuerpo no reaccionase así, nos daría igual pasear por la playa, que hacer un examen o entrevista de trabajo.

Los síntomas que sentimos suelen ser tanto físicos como psicológicos: sentimos tensión muscular, aumenta la frecuenta cardíaca y aumenta nuestra atención.

El problema se ocasiona cuando dicho estrés se alarga en el tiempo, y deja de ser una reacción puntual. Suele ocurrir cuando la circunstancia de alerta se repite continuamente, como tensión en el trabajo, y nuestro cuerpo se encuentra en alerta constantemente. O cuando se genera dicha reacción en nuestro cuerpo, sin que exista una situación verdaderamente agobiante o exigente.

El estrés se desarrolla en 3 fases, y nos parece muy interesante conocerlas, para saber detectarlas y gestionarlas en el momento.

Fase de alarma

Es la primera fase y es cuando el estrés aparece como respuesta inmediata a una situación nueva, de nerviosismo o miedo. En nuestro cuerpo las glándulas endocrinas liberan hormonas que generan una reacción fisiológica en la que aumenta nuestro ritmo cardíaco y se acelera nuestra respiración, provoca tensión muscular, se dilatan las pupilas y nos pone más alerta.

Fase de adaptación

La segunda fase es la de adaptación. Es cuando intentamos adaptarnos a la nueva situación, autorregulándonos. Seguimos en estado de alerta, pero nuestro cuerpo empieza a acostumbrarse y relajarse. Es la fase clave para no llegar a la tercera fase, y conseguir gestionar la situación de alerta de manera positiva.

Fase de agotamiento

Es la tercera y última fase, posterior a las fases de alarma y adaptación. Ocurre cuando nuestro cuerpo llega al límite y no ha sabido gestionar la situación puntual de estrés correctamente, y el estado de alarma es continuo, aunque ya no exista la situación agobiante. Se considera entonces estrés crónico. Algunos de los síntomas que nos provoca son: cansancio, dolor de cabeza, insomnio, ansiedad, problemas en la alimentación y digestivos, falta de concentración, etc.

Ser conscientes de que estamos viviendo una situación de estrés y en qué fase nos encontramos, es clave para saber gestionarlo y superarlo.

Recursos que nos pueden ayudar son:

  • Identificar el motivo que genera el estrés
  • Actividad física
  • Realizar ejercicios de respiración y relajación
  • Cuidar la alimentación y suplementarla con complementos 100% naturales que nos ayuden a relajarnos como son QLife Valeriana Pura y QLife Valeriana Enriquecida.

¡Y fuera estrés!